jueves, 12 de marzo de 2009

Páginas del exilio III




Mientras las lágrimas corren por mi rostro desierto
Prosa poética con formato de epístola, para EMI.


Mi respiración, mi sangre, mis ojos, cuerpo de mi cuerpo:


No sabía cuan terrible era habitar en el planeta de la soledad, hasta que te has ido..... Ningún tiempo sin ti, que haya vivido antes, se compara a lo que he sentido en estos cinco primeros días sin tus manos.
Ellos, me han servido para descubrir, que somos uno, que somos una unidad, que hay cosas que debo hacer, pero que me son imposibles de realizar, porque sólo tú, como parte de nuestra unidad, sabes hacerlas perfectamente...

Intentaré explicarte. Es extraño, pero es más o menos así: hay cosas que tú y yo, como seres individuales, debemos hacer, pero que no hacemos bien, porque es el otro, en la magia de la unidad, el que las hace sencilla y fácilmente, es el otro el que interpreta magistralmente las coordenadas del mapa, la partitura de la composición del acto a realizar. Por eso, sin ti me siento incapaz de realizar ciertas cosas que parecen sencillas, y que quizás en otros tiempos realizaba más o menos aceptablemente, pero que hoy se me tornan imposibles, así escindido, como me encuentro…
En fin, que camina desconsolado, a la plena luz de la noche, por las calles, y en la bohemia de la orilla del mar, la mitad de un hombre, fantasma absurdo de una ópera sin autor.

Lo más terrible, es que no tengo telón, ni bambalinas, ni escondrijo alguno para observar, mientras ensaya su obra, mientras actúa; a mi otra mitad, a ti: el único y más grande amor de mi existencia.