viernes, 26 de diciembre de 2008

Dos sobre niños. UNA

El hombre fantástico

Para el niño de aquella noche...

Ante las fauces abiertas de la máquina de escribir, que le mostraba su hoja, como una blanquísima y burlesca lengua; el escritor intenta atrapar el escurridizo cuento.
Agotado, se echa hacia atrás en su silla, y se dice: “- ¡Horas y horas, en esta lucha sin resultados!”
Decide salir a caminar un poco, a tomar un cafecito… Quizás así, podré despejar mi mente y lograr que el cuento fluya –se dice.
Sale a la calle, y camina hasta la esquina. Allí, se encuentra con un niño, que le pregunta: - ¿Señor, cómo hace para encender esa luz en su cabeza?
El escritor, mira al niño con asombro. Su mente, con espacio sólo para el cuento fugitivo, no entiende su pregunta. Su cuerpo, obsesionado, sigue camino sin responderle...

En la mesa del Café, el escritor se lleva las manos a la cabeza, siente sus lentes sobre ella, y comprende el origen de la pregunta del niño: ¡el niño había creído, que una luz salía de su cabeza, cuando en realidad, eran sus lentes que reflejaban la luz del alumbrado público!
El escritor, aleja esos pensamientos. No puede perder el tiempo, pensando en el niño, en su pregunta, y menos en el origen de la misma. Tiene que seguir la lucha para atrapar el cuento, el escurridizo cuento...

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